Título: El adanismo y su impacto en la sociedad

Nov 27, 2024 at 5:05 AM
En la Real Academia Española (RAE), se define el adanismo como «Hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie hubiera ejercido anteriormente». En su dimensión etimológica, representa el inicio y el origen. Antes de Adán, no existía nada, ni hechos ni historia. Solo lo recién aparecido. Esto se convierte en la jactancia de ser los únicos, los primeros en pensar y hacer algo por los demás. El adanismo es uno de los síndromes del populismo egocentrista, paternalista, arrogante, infalible, exaltado, narcisista y teatral.

El síntoma del espíritu refundacional

No reconocen la existencia de un poder constituido, aunque pueda estar corrompido por el desgaste de la representación, la desconfianza o la pérdida de legitimidad. Acceden al poder por la constitución, pero no juramentan respetarla. Se empeñan en los procesos constituyentes con plenos poderes. Parten de la nada y Satanizan al pasado, considerando todo como prehistoria. El adanismo populista reescribe su historieta trágica, beligerante y mesiánica, colonizando con el ideologismo unicolor y persistiendo en la hegemonía absoluta.

Visión dicotómica de la sociedad

Exhiben una visión dicotómica de la sociedad, con la dialéctica del antagonismo irreconciliable entre los buenos y malos, patriotas y traidores, ricos y pobres, amigos y enemigos. No hay espacio para las mediaciones y consensos. Se trata de abatir y aniquilar al enemigo. El soñado anhelo es acumular el poder absoluto, borrar la división de poderes, los equilibrios y balances. Concentrar y centralizar el poder. La totalidad lo conquista el carismático y amado líder, quien define todo.

La supresión de la libertad y la mediación

No caben mediaciones, ni tejido social y menos el institucional. Por eso, incomoda la libertad de expresión y los medios de comunicación que son silenciados y estatizados. Las agrupaciones, partidos, gremios, asociaciones e instituciones son sometidas a vigilancia, perseguidas y reducidas a la nada. Solo existe la voz oficial. Impera el Estado de Propaganda. Se busca pintar todo con un solo color, la homogeneidad y la hegemonía despótica. Por eso, los populismos se convierten en autoritarios y totalitarios.

El caudillo como encarnación del pueblo

El caudillo se considera la encarnación del pueblo. El pueblo es él. Como decía Eliecer Gaitán: «Yo no soy un hombre, yo soy un pueblo». Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Evo Morales, Daniel Ortega, AMLO o Rafael Correa han repetido algo similar. Son petulantes, jactanciosos, superiores y ególatras sin límite. Son considerados los enviados de Dios y venerados como tal. Quienes disienten o contradicen son anunciados como los jinetes del apocalipsis: el principio del final. Las desgracias como hambre, guerra, peste y muerte son parte de esta visión. Es un imperativo evitar que el adanismo populista, mezclado con el crimen organizado y el narcotráfico, obtenga el poder.