Antes de que ocurriera la muerte de Kirillov, Estados Unidos y Reino Unido tomaron la decisión de sancionar a Rusia por el uso de un agente químico peligroso en Ucrania. Esto se dio en mayo, cuando el Departamento de Estado de EE.UU. evaluó que Rusia había empleado cloropicrina contra las tropas ucranianas. Esta acción supuestamente violaba la Convención internacional sobre Armas Químicas, de la que Rusia es signataria. La cloropicrina, un producto químico irritante, tiene un impacto significativo en los ojos, la piel, la garganta y los pulmones. Fue fabricado inicialmente para uso en la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial, pero fue prohibido posteriormente por la CAQ en 1993.
En octubre, el Reino Unido también se sumó a las sanciones, sancionando a Kirillov y afirmando que era responsable de ayudar a desplegar armas químicas en los campos de batalla de Ucrania. El Ministerio de Asuntos Exteriores británico destacó que las fuerzas rusas admitieron abiertamente el uso de armas químicas peligrosas en el campo de batalla, incluyendo el uso generalizado de agentes antidisturbios y el informe de casos de uso del agente asfixiante tóxico cloropicrina.
Las sanciones impuestas por EE.UU. y Reino Unido tuvieron importantes implicaciones para Rusia. Esto no solo afectó a las relaciones entre los países, sino también tuvo un impacto en la situación en Ucrania. Las sanciones impidieron ciertos intercambios comerciales y financieros entre Rusia y los países sancionadores, lo que afectó a la economía rusa. Además, las sanciones también generaron tensión y controversia en el ámbito internacional, ya que se debate sobre la validez y la efectividad de estas medidas.
Desde el punto de vista de Ucrania, las sanciones también tuvieron un impacto. Aunque las sanciones no resolvieron directamente el conflicto en Ucrania, sirvieron como un indicador de la posición de los países sancionadores frente a la situación en el país. Esto llevó a una mayor atención internacional hacia el conflicto y a una mayor presión sobre Rusia para resolver el problema.
Desde diferentes perspectivas, se han generado debates sobre las sanciones impuestas a Rusia. Algunos argumentan que las sanciones son una forma efectiva de presionar a Rusia para que deje de utilizar armas químicas en Ucrania y resuelva el conflicto. Sin embargo, otros opinan que las sanciones pueden tener consecuencias negativas no solo para Rusia, sino también para la estabilidad internacional. Hay debates sobre la forma en que se deben implementar y mantener las sanciones, así como sobre la posibilidad de encontrar una solución negociada al conflicto.
Además, se han planteado preguntas sobre la responsabilidad por el uso de armas químicas en Ucrania. Mientras EE.UU. y Reino Unido afirman que Rusia es responsable, Rusia se niega a admitirlo y argumenta que las acusaciones son infundadas. Estos debates continúan y se intensifican a medida que la situación en Ucrania evoluciona.