Al movermos más sangre, llegan más nutrientes y oxígeno a los músculos. Al contraer los músculos afectados, limpiamos la zona de las sustancias inflamatorias. Y la mayor llegada de sangre favorece el trabajo de las células reparadoras.
Si nos quedamos quietos, la zona afectada se endurece y complicará el retorno al entrenamiento anterior. Por lo tanto, es importante seguir moviéndose ligeramente para evitar estos problemas.
El caminar es de bajo impacto y mejora la circulación sanguínea. Andar en bicicleta en terreno llano es tranquilo y también ayuda. La yoga mejora la flexibilidad y alivia la tensión muscular. Y nadar reduce el impacto en las articulaciones.
En cambio, hay ejercicios que no deberíamos hacer con agujetas, como los excéntricos, los de alta intensidad y los de contacto. Estos ejercicios pueden empeorar las agujetas.
Cuando hacemos ejercicios con pesas, los músculos de los brazos y del pecho son los más afectados. Y los excéntricos hacen que un músculo se alargue mientras se contrae, lo que puede provocar agujetas.
Los ejercicios localizados en ciertos músculos tienden a causar más agujetas debido a la gran cantidad de fibras musculares que se movilizan. Es importante ser conscientes de esto al planificar nuestro entrenamiento.
Estas estrategias básicas nos ayudan a mantener nuestro cuerpo en buen estado y reducir el riesgo de sufrir agujetas.
Además, hay remedios caseros como masajes y aplicar hielo para reducir la inflamación. Si el dolor es muy intenso, es recomendable consultar a un médico.
No te detengas, pero no te exijas de más. Continúa con los ejercicios suaves y ligeros y espera a que las agujetas desaparezcan. Entonces, podrás volver a tu rutina con normalidad.