En la actualidad, los dueños de vehículos se enfrentan a un doble desafío para mantener sus automóviles en óptimas condiciones durante las bajas temperaturas. La necesidad de adoptar medidas preventivas específicas para proteger los motores se ve complicada por el aumento de costos en productos esenciales para el mantenimiento. Armando Soto Luna, vicepresidente de una importante asociación de talleres mecánicos, ha destacado la importancia de revisar componentes vitales como los radiadores y utilizar anticongelante, además de abordar los impactos económicos que afectan tanto a conductores como a los establecimientos especializados.
El clima frío plantea retos significativos para los vehículos modernos. Según señala Soto Luna, uno de los aspectos más críticos es la preparación del sistema de refrigeración del motor. Un radiador en mal estado o la falta de anticongelante puede resultar en problemas graves que requieran reparaciones costosas. Este líquido no solo previene daños causados por el congelamiento sino que también ofrece protección en climas cálidos. Es crucial que los propietarios de vehículos comprendan la importancia de este mantenimiento básico para evitar inconvenientes futuros.
Además de los aspectos técnicos, los aumentos en los precios de insumos básicos representan un obstáculo adicional. Los lubricantes y aditivos indispensables para el buen funcionamiento de los motores han experimentado incrementos cercanos al 8%. Otros componentes electrónicos y eléctricos también han visto subidas de hasta el 10%, lo que agrega presión financiera tanto a los dueños de vehículos como a los talleres. Estos aumentos se suman a los nuevos requisitos fiscales y laborales que obligan a los talleres a destinar más recursos para cumplir con las normativas vigentes.
Ante este escenario, la inversión en mantenimiento preventivo emerge como una estrategia clave. El mensaje es claro: actuar a tiempo es fundamental para prevenir problemas mayores y asegurar el correcto funcionamiento del vehículo. Tanto los conductores como los talleres deben adaptarse a estas nuevas realidades, adoptando prácticas proactivas que garanticen la seguridad y eficiencia de los automóviles frente a las adversidades climáticas y económicas.