En una conversación casual en un restaurante de noodles en Yantai, ciudad portuaria china con siete millones de habitantes, se pone de manifiesto la visión que tienen los chinos sobre España. Mientras algunos confunden al futbolista argentino Lionel Messi como español, otros reconocen fiestas tradicionales como los Sanfermines o platos típicos como la paella y el jamón ibérico. Aunque ciudades cosmopolitas como Shanghái y Pekín cuentan con una percepción más desarrollada de la cultura española, esta imagen se desdibuja cuando se adentra en otras regiones menos urbanizadas.
A pesar de que España goza de creciente popularidad entre los turistas chinos, especialmente por su gastronomía y arte, muchos desconocen detalles fundamentales sobre el país europeo. Esta disparidad en la comprensión cultural refleja cómo productos emblemáticos como el jamón Cinco Jotas han penetrado selectivamente en mercados específicos, mientras que en vastas áreas rurales de China sigue habiendo un vacío informativo considerable.
La diplomacia comercial hispana ha encontrado nichos de éxito, particularmente en zonas donde las comunidades migratorias españolas han dejado huella, como en Qingtian. Allí, no solo prosperan negocios relacionados con alimentos importados, sino que también se aprecia una integración cultural visible mediante elementos icónicos como estatuas de toreros y cafeterías locales que ofrecen café cortado.
Este panorama contrasta con la realidad económica actual de China, marcada por una crisis de consumo post-pandémica que afecta a diversos sectores, incluidas las importaciones alimentarias desde Europa. José Iñiguez, representante del grupo Osborne en Asia, destaca cómo esta situación impacta negativamente en productos premium como el jamón ibérico, aunque mantiene optimismo debido a exclusiones recientes en investigaciones comerciales antidumping.
Es evidente que, aunque España está ganando terreno en términos turísticos e inversores internacionales, aún enfrenta desafíos significativos para expandir su influencia cultural y comercial hacia amplios sectores de la sociedad china. Para aprovechar al máximo este mercado inmenso, será necesario explorar más allá de los centros metropolitanos tradicionales.
El conocimiento mutuo entre ambas naciones continúa creciendo, pero queda mucho camino por recorrer. Las oportunidades están presentes, tanto en términos culturales como económicos, siempre que se adopten estrategias adaptadas a las necesidades y realidades locales de cada región china. Este enfoque permitirá consolidar vínculos más profundos y duraderos entre ambos países.