Verónica Blume, una figura icónica de los años noventa, ha trascendido el mundo de la moda para convertirse en una destacada instructora de yoga. A pesar de su éxito como modelo, eligió reinventarse y explorar un camino espiritual que le permitiera conectar con su ser interior. Durante su participación en el festival Moritz Feed Dog, habló sobre su pasado en la moda y cómo esta disciplina artística se complementa con su práctica actual de yoga.
Blume destaca la importancia de la autenticidad y la libertad personal, valores que aprendió tanto de Twiggy como de su propia trayectoria. Su experiencia profesional le enseñó a valorar la creatividad detrás de la moda y cómo este ámbito puede transformarse en un medio de expresión profundo. Hoy, su vida gira en torno al equilibrio entre cuerpo y mente, promoviendo una filosofía de aceptación y bienestar.
La transición de Verónica Blume desde las pasarelas hasta el yoga representa un cambio radical pero significativo en su vida. Aunque su carrera como modelo comenzó por casualidad, pronto descubrió la complejidad creativa que existe detrás de la moda. Sin embargo, fue la llegada de su hijo lo que marcó un antes y un después, llevándola a encontrar el yoga como una forma de reconciliarse consigo misma.
Su viaje hacia el yoga no solo implicó aprender técnicas físicas, sino también desarrollar una conexión profunda con su cuerpo y mente. Este proceso la ayudó a superar dudas internas y a disfrutar plenamente de cada etapa de su vida. Para Blume, el yoga va mucho más allá de la esterilla; es una herramienta que le permite reconocer sus límites y abrazar su verdadero yo. En este sentido, su decisión de alejarse del ritmo acelerado de la moda fue crucial para descubrir un nuevo propósito.
Aunque parezcan opuestos, la moda y el yoga tienen mucho en común según Verónica Blume. Ambos son formas de expresión que permiten contar historias únicas y conectarse con emociones profundas. Durante su intervención en el festival Moritz Feed Dog, resaltó cómo la moda puede ser mucho más que apariencias, siendo un reflejo de mundos creativos ricos en detalles e ideas.
Blume describe su experiencia en la moda como una lección valiosa sobre autenticidad y confianza en uno mismo. Al interactuar con figuras como Twiggy, comprendió que la verdadera belleza radica en ser fiel a quienes somos. Esta perspectiva le permitió integrar ambas disciplinas en su vida cotidiana, encontrando equilibrio entre el dinamismo externo y la paz interna. Así, su historia inspira a otros a buscar caminos alternativos que favorezcan tanto el crecimiento personal como profesional.