En el horizonte económico del año 2025, España enfrenta una serie de desafíos que podrían transformar su panorama financiero. El proteccionismo estadounidense, liderado por Donald Trump, ha reactivado tensiones comerciales que afectan directamente al país ibérico. Paralelamente, la creciente carga de las pensiones y los compromisos con la OTAN añaden presión a las cuentas públicas. Estos frentes combinados exigen respuestas estratégicas para garantizar la estabilidad económica.

Según Pablo Gil, experto financiero, estas tres crisis simultáneas representan un obstáculo monumental. La guerra comercial podría restar hasta 0,3 puntos del PIB español, mientras que los gastos en pensiones alcanzan niveles récord. Además, cumplir con las exigencias militares de la OTAN implica un incremento significativo en el presupuesto nacional.

Impacto de la Tensión Comercial

La reelección de Donald Trump ha revivido medidas proteccionistas que ponen en jaque a la economía española. Este contexto genera preocupación sobre cómo responderán las empresas ante restricciones comerciales y sus consecuencias.

Desde una perspectiva global, el proteccionismo estadounidense no solo impacta directamente en productos específicos, sino que también genera efectos secundarios como la disminución de inversiones empresariales. Según Funcas, el impacto directo puede reducir el PIB español en casi 5.000 millones de euros. A esto se suman problemas derivados de competencia injusta con productos asiáticos y posibles cierres en sectores vitales como el agroalimentario o la automoción. La respuesta gubernamental ha sido rápida, pero cuestionada en términos de eficacia real debido a la lentitud en la implementación de ayudas económicas.

Gestión Fiscal y Compromisos Internacionales

Además de la tensión comercial, el sistema de pensiones y los compromisos con la OTAN generan inquietud en cuanto a la sostenibilidad fiscal de España.

El aumento constante en los costos de las pensiones plantea serias dudas sobre la viabilidad del modelo actual. En marzo, el desembolso mensual superó los 13.492 millones de euros, marcando un alza considerable desde 2018. Esto obliga a considerar ajustes fiscales importantes si se quiere cumplir con límites establecidos por Europa. Por otro lado, el cumplimiento del objetivo de gasto militar de la OTAN supondría una inversión adicional de más de 27.000 millones anuales. En este escenario complejo, donde factores como el crecimiento bajo, la alta deuda pública y tipos de interés elevados juegan un papel crucial, urge un enfoque estructural que aborde estos retos de manera integral.