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Un estudio reciente ha desvelado que los progenitores pueden tener un hijo predilecto, arrojando luz sobre las dinámicas familiares. Este análisis, respaldado por la Asociación Estadounidense de Psicología, examinó miles de hogares en distintas regiones para identificar patrones en el favoritismo parental. Los hallazgos sugieren que este fenómeno no solo afecta la relación entre padres e hijos, sino también influye en las interacciones entre hermanos.

Los expertos han indagado en las razones detrás del trato preferencial que algunos niños reciben. En el transcurso de esta investigación, se analizaron más de 19 mil unidades familiares en América del Norte y Europa Occidental. Los resultados indican que las niñas suelen ser objeto de mayor afecto y atención por parte de sus progenitores. Además, se observó que los hijos mayores gozan de una posición ventajosa en términos de autonomía y libertad, independientemente de su etapa vital.

Otro aspecto relevante es cómo el temperamento infantil puede influir en el comportamiento parental. Los investigadores notaron que los niños con una actitud más sumisa y responsable tienden a recibir un trato más favorable. Esta tendencia contrasta con aquellos que desafían las normas establecidas o muestran una personalidad rebelde, quienes podrían experimentar un trato menos positivo.

Las implicaciones psicológicas de este fenómeno son significativas. Cuando los hijos perciben que existen diferencias en el trato parental, esto puede generar problemas emocionales como ansiedad, depresión y baja autoestima. La persistencia de estos patrones a lo largo del tiempo refuerza ciertas dinámicas familiares, incluso cuando los hijos alcanzan la edad adulta.

Este estudio revela la importancia de comprender cómo el favoritismo parental puede moldear las relaciones familiares y el bienestar emocional de los hijos. Al reconocer estos patrones, los padres pueden reflexionar sobre sus acciones y trabajar hacia una mayor equidad en el trato hacia todos sus hijos.