En medio de preparativos para la elección extraordinaria del Poder Judicial programada para el 1 de junio, emergen preocupaciones sobre la accesibilidad para personas con discapacidades. A más de dos meses del evento, persiste incertidumbre respecto a cómo el Instituto Nacional Electoral (INE) abordará medidas que faciliten una participación libre, autónoma y secreta. Este tema ha sido ampliamente debatido tras reuniones entre organizaciones civiles y representantes del INE.
El 28 de febrero, diversas asociaciones plantearon sus inquietudes ante el INE, destacando la necesidad de ajustes razonables durante este proceso electoral clave. En una entrevista exclusiva, Marisol Vásquez Piñón, subdirectora de investigación y formación de la Unidad Técnica de Igualdad de Género y No Discriminación del INE, compartió detalles sobre los análisis internos que se están realizando para incorporar propuestas presentadas por estas organizaciones.
Dentro de las soluciones sugeridas por la sociedad civil figuran iniciativas innovadoras diseñadas para mejorar la experiencia de votación de personas con distintas discapacidades. Estas incluyen herramientas tecnológicas avanzadas y adaptaciones físicas que podrían garantizar mayor autonomía en la emisión del voto. Sin embargo, tales implementaciones enfrentan retos económicos y operativos significativos.
Por su parte, el INE ha confirmado ciertas acciones planificadas, aunque aún no especifica claramente cuáles tipos de discapacidad serán atendidos prioritariamente ni cómo se llevarán a cabo estos apoyos específicos.
Conforme se acerca la fecha límite, aumenta la urgencia de tomar decisiones concretas que refuercen la inclusión electoral en México.
Desde una perspectiva periodística, esta situación resalta la importancia de asegurar que todos los ciudadanos tengan acceso equitativo al ejercicio democrático básico: el voto. Es crucial que instituciones como el INE adopten políticas proactivas que eliminen barreras innecesarias y promuevan un sistema electoral verdaderamente inclusivo. Este caso ejemplifica cómo el diálogo entre gobierno y sociedad puede contribuir a resolver desafíos estructurales en beneficio de todos.