En el año 2025, Colombia enfrenta un panorama electoral sin precedentes debido a la creciente problemática de la doble militancia. Este fenómeno ha llevado a la anulación y repetición de múltiples elecciones, generando un impacto económico significativo con un costo estimado de 40.000 millones de pesos para organizar hasta 30 comicios adicionales. La situación no solo pone en jaque las finanzas públicas, sino que también refleja una crisis en el sistema político del país, evidenciada por la pérdida de personerías jurídicas de varios partidos políticos y la reducción del número de colectividades reconocidas.
La causa principal de esta problemática radica en la prohibición de la doble militancia, regulada por la Ley 1475 de 2011. En los últimos años, el Consejo de Estado ha ampliado el alcance de dicha normativa, lo que ha derivado en la anulación de elecciones municipales, departamentales e incluso congresistas. Algunos casos emblemáticos incluyen municipios como Puerto Guzmán y Pamplonita, donde ya se han celebrado nuevas elecciones, mientras que otros, como La Jagua del Pilar y Duitama, están programados para mayo. Además, persisten disputas legales sobre la validez de ciertas elecciones, como la del alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán.
Este contexto ha generado tensiones entre autoridades electorales y el poder judicial. Por ejemplo, aunque el Consejo Nacional Electoral (CNE) rechazó inicialmente algunas anulaciones, el Consejo de Estado ratificó estas decisiones posteriormente. Esta ambigüedad legal ha expuesto vacíos en la interpretación de la ley, complicando aún más el panorama electoral. En este escenario, figuras políticas como el presidente Gustavo Petro han abogado por flexibilizar las normas vigentes, proponiendo reformas constitucionales que permitan cambiar de partido sin infringir la prohibición de doble militancia.
El proyecto de reforma, conocido como "transfuguismo electoral", avanza en el Congreso y podría aplicarse en las elecciones de 2026. Sin embargo, la implementación de esta medida enfrenta desafíos presupuestarios, dado que el país atraviesa una crisis fiscal. El presupuesto asignado para 2025 representa una reducción del 28% respecto al año anterior, lo que genera preocupación sobre la capacidad del Estado para financiar nuevas elecciones derivadas de irregularidades. A pesar de estos obstáculos, la Registraduría Nacional trabaja en la modernización del sistema electoral mediante el uso de tecnología avanzada.
La crisis actual evidencia la necesidad de ajustes estructurales en el marco legal que regula las elecciones en Colombia. Mientras tanto, las autoridades continúan evaluando casos pendientes y preparándose para futuros procesos electorales, cuyo éxito dependerá de la capacidad del sistema para adaptarse a estos cambios. Este momento crucial servirá como punto de inflexión para definir el rumbo del sistema democrático colombiano en los próximos años.