
El panorama del baloncesto europeo está a punto de cambiar radicalmente. Adam Silver, comisionado de la NBA, anunció oficialmente un ambicioso proyecto que busca integrar Europa en una nueva liga en colaboración con la FIBA. Este movimiento, aunque aún no confirmado por completo, ha generado tensiones entre las partes involucradas, especialmente con la Euroliga, quien hasta ahora ha sido la principal competición continental. En respuesta, Paulius Motiejunas, CEO de la Euroliga, ofreció una entrevista exclusiva en L’Equipe donde abordó diversos temas relacionados con esta posible reestructuración deportiva.
La noticia de ayer dejó claro que la NBA tiene intenciones serias de expandirse hacia Europa, estableciendo un formato competitivo junto con la FIBA que podría comenzar en la temporada 2026-27. Sin embargo, la ausencia de la Euroliga en los anuncios iniciales generó preocupaciones dentro del entorno deportivo. A pesar de esto, Motiejunas enfatizó que su organización no ve este desarrollo como una declaración de guerra, sino más bien como una oportunidad para explorar nuevas formas de colaboración.
En detalle, la propuesta de la NBA incluye la creación de una liga semiabierta que mezcle equipos históricos con nuevos participantes internacionales. Esta idea ha despertado tanto expectativas como críticas. Para Motiejunas, es crucial mantener un diálogo abierto entre todas las partes interesadas, destacando que ningún avance significativo puede lograrse sin considerar la participación activa de la Euroliga y sus clubes miembros.
Además, se discutió la situación financiera actual de la Euroliga tras renovar su acuerdo con IMG hasta 2036. Según Motiejunas, esta alianza refleja la estabilidad económica y el compromiso de los dueños de los equipos con el futuro de la competición. Aunque algunos clubes emblemáticos como Real Madrid, Barcelona, Fenerbahçe y ASVEL aún no han firmado dicho contrato, el líder de la Euroliga mostró confianza en que estas diferencias se resolverán pronto.
Por otro lado, la perspectiva histórica también fue parte central de la entrevista. Motiejunas subrayó cómo experiencias previas, como la fractura ocurrida en el año 2000 entre la Euroliga y la Suproliga, demostraron la capacidad de resiliencia de su organización. Por ello, aseguró que cualquier cambio futuro debe priorizar una estructura clara que proteja los intereses de los jugadores y promueva el desarrollo desde las bases del deporte.
Finalmente, queda evidente que el baloncesto europeo enfrenta un momento clave en su historia. Si bien existen desafíos significativos, también hay oportunidades únicas para redefinir su posición global. El éxito dependerá de la capacidad de todas las partes implicadas para trabajar juntas hacia un objetivo común: fortalecer el baloncesto europeo y llevarlo a nuevas alturas. Con la experiencia acumulada y una visión compartida, es posible construir un futuro brillante para este deporte tan amado en el continente.
