Comprender y abordar nuestras propias experiencias infantiles es fundamental para mejorar nuestra relación con nuestros hijos. La psicóloga Beatriz Cazurro destaca que, a menudo, las heridas emocionales de nuestra infancia influyen en cómo criamos a nuestros hijos. Estas heridas pueden ser sutiles, como sentirse ignorados o no escuchados, o más evidentes, como la vergüenza por características personales o una tensión constante en el hogar. A través de su libro Atender lo invisible, Cazurro ofrece un enfoque alternativo para criar a los niños, uno que se centra en forjar vínculos seguros y respetuosos.
La crianza respetuosa busca establecer una autoridad sana y predecible, donde los niños puedan explorar y equivocarse en un ambiente seguro. Este enfoque reconoce que los padres no son perfectos y que es crucial aceptar esta realidad. Según Cazurro, es importante no caer en el extremo de permitir que los niños tomen decisiones que no les corresponden debido al miedo de hacer daño. En lugar de eso, los padres deben asumir su papel como figuras de autoridad confiables, brindando apoyo emocional y límites claros. Este equilibrio entre autonomía y guía ayuda a fortalecer el vínculo entre padres e hijos.
Criar a los hijos en un mundo que cambia rápidamente puede ser desafiante. Reconocer las secuelas de nuestras propias experiencias infantiles es un paso crucial para evitar repetir patrones dañinos. Cazurro enfatiza que, aunque es imposible no cometer errores, es vital aprender a gestionar la frustración y reducir la presión de ser padres perfectos. Al liberarse de expectativas inalcanzables, los padres pueden ofrecer un entorno más tranquilo y seguro para sus hijos. Además, estos vínculos saludables facilitan la transición hacia la adolescencia, un período crucial en el que los jóvenes buscan su identidad y necesitan un espacio para expresarse y pedir ayuda.