Los polialcoholes se metabolizan en el intestino delgado. El cuerpo los absorbe de manera incompleta y gradual. La parte absorbida llega al torrente sanguíneo, donde se utiliza como energía para los diversos procesos celulares. Los residuos que no son absorbidos pasan al intestino grueso, donde las bacterias los fermentan. Estos compuestos aportan sabor, son bajos en calorías (en promedio, la mitad de las calorías que un equivalente en azúcar de mesa) y tienen un índice glucémico menor. Al aumentar progresivamente los niveles de glucosa en la sangre sin un cambio brusco, son populares entre las personas con diabetes. Además, algunos, como el sorbitol, actúan como humectantes y ayudan a retener la humedad de los alimentos y aportar volumen, lo que es útil en la fabricación de productos de panadería. También tienen una acción anticaries y producen una sensación de frescura en la boca cuando se agregan en gran cantidad a un alimento.
Los polialcoholes son varios y dependiendo del azúcar de donde se derivan, toman nombres diferentes y varían en su aporte calórico, dulzor e índice glucémico. El índice glucémico se considera bajo si está entre 1 y 55, por lo que todos los polialcoholes están en ese rango.
Los polialcoholes aportan una menor cantidad de calorías y carbohidratos al cuerpo. Además, producen un cambio menos brusco de los niveles de azúcar en la sangre. Algunos, como el isomaltol, podrían tener un efecto probiótico, aunque esto aún está en investigación. Sin embargo, la absorción lenta tiene efectos negativos, especialmente en el intestino grueso. Si se consumen en exceso o si la persona es sensible a ellos, puede presentarse lo siguiente: otro riesgo es que aumente la posibilidad de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. El eritritol y el xilitol, por ejemplo, pueden hacer que la coagulabilidad de la sangre aumente.
Además, aunque son mejores que el azúcar en términos calóricos (tienen entre cero y dos kilocalorías por gramo frente a los cuatro kilocalorías del azúcar de mesa) y en el índice glucémico (que oscila entre 0 y 35 frente al 65 del azúcar de mesa), son menos dulces. Por ello, en la fabricación industrial, se suelen combinar con otros edulcorantes. También tienen un efecto laxante, lo que es un aspecto a tener en cuenta.
La respuesta a esta pregunta no es clara. Las personas que quieren bajar de peso a menudo utilizan polialcoholes para reducir calorías en sus comidas. Sin embargo, si se consumen en exceso, también puede aumentar el peso. Consumir entre 10 y 15 gramos de polialcoholes al día es seguro, pero superar esas cantidades puede traer efectos adversos, como los que ya hemos mencionado.
Las personas con enfermedades gastrointestinales, como el síndrome del intestino irritable o la enfermedad de Crohn, no deben consumir polialcoholes, ya que pueden incrementar sus síntomas. Tampoco es recomendable que los niños pequeños los ingieran, a menos que lo autorice su pediatra.
De forma natural, estas sustancias se encuentran en algunos alimentos en pequeñas concentraciones, como frutas y verduras. También hay polialcoholes fabricados industrialmente a través de la fermentación o hidrogenación de almidones. Estos se agregan a otros productos durante la fabricación y pueden usarse solos o en conjunto con otros edulcorantes no nutritivos. Algunos alimentos procesados que los contienen son dulces, bebidas y productos de panadería.
En resumen, los polialcoholes pueden ser una alternativa valiosa en la dieta, pero deben tomarse con moderación. Son una buena opción para quienes desean reducir el consumo de azúcar y carbohidratos, pero también se deben tener en cuenta sus posibles efectos adversos. Una alimentación saludable y equilibrada es esencial al consumirlos.