La Constitución de 1978 marcó una nueva etapa al ser la primera redactada desde cero. En 1976, el 18 de noviembre, se aprobó la Ley para la Reforma Política, iniciando un proceso que transformaría el país. Luego, se formaron las nuevas Cortes y se eligió a la Comisión Constituyente. Después de largos y intensos negociaciones, en octubre de 1978, la Constitución fue aprobada casi por unanimidad en ambas cámaras. Un mes después, en diciembre de 1978, el 90% de los votantes aprobaron el proyecto en un referéndum. Esta constitución declara que España es una monarquía parlamentaria y establece los valores fundamentales de la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. También separa los poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Aunque el rey es el jefe del Estado, el papel de la Corona es neutral y apolítico.
Además, reconoce el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones, pero recalca la "unidad indisoluble de la nación española". Este asunto ha generado un intenso debate en los últimos años, particularmente en Cataluña, sobre si se debe hacer una nueva reforma a la Constitución.
En sus 45 años de vigencia, se han realizado dos reformas importantes. En 1992, se añadió "y pasivo" al artículo 13.2 para permitir que los ciudadanos de la Unión Europea residentes en España pudieran votar en las elecciones municipales. Y en 2011, se modificó el texto del artículo 135 para dar prioridad al pago de la deuda pública en los presupuestos. Estas reformas han marcado un hito en la evolución de la Constitución y han adaptado nuestro sistema a las necesidades del tiempo.
La Constitución de 1978 ha sido la base de nuestro país durante décadas y ha seguido siendo relevante en la actualidad. Continúa siendo un tema de debate y reflexión, y su impacto en la vida española es innegable.