Ocurrió en Salta: un hombre de 76 años adoptó a otro de 61

Sep 24, 2024 at 11:47 AM
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Adopción tardía: Cuando el amor supera las barreras legales

La historia de Ana, Luis y Pedro es una conmovedora muestra de cómo el amor y la determinación pueden superar incluso los obstáculos legales más complejos. Después de décadas de luchar por formalizar su vínculo familiar, esta familia logró finalmente que Luis adoptara a Pedro, a pesar de que ambos son adultos mayores. Un caso único que demuestra que la familia no se define por la edad, sino por los lazos inquebrantables que unen a sus miembros.

Una familia unida por el amor, no por los papeles

Décadas de lucha por la adopción

Cuando Pedro tenía apenas 2 años, su madre Ana comenzó a convivir con Luis. Diez años después, la pareja se casó, y desde entonces, Luis ha sido el padre de Pedro. Sin embargo, debido a las limitaciones del Código Civil anterior, la familia no pudo formalizar legalmente esta relación a través de la adopción. Tres veces lo intentaron, pero sin éxito.Fue recién con la aprobación del nuevo Código Civil en 2015 que la familia vio una oportunidad de hacer coincidir la identidad legal de Pedro con la realidad de su vida. Así, casi 60 años después de haber forjado su vínculo paterno-filial, Ana, Luis y Pedro decidieron acercarse a un juzgado para intentarlo una vez más.

La sorpresa de la jueza y la determinación de la familia

Cuando el pedido de adopción llegó al juzgado, la jueza a cargo, Ana María Carriquiry, se sorprendió al ver que se trataba de una solicitud de adopción entre adultos mayores. "Todos los que intervienen en esta adopción integran la tercera edad. No es solo que sean adultos, son adultos mayores. El adoptado ya es abuelo", detalló la magistrada.Sin embargo, tras revisar la legislación vigente, Carriquiry concluyó que, según el Código Civil y Comercial actual, las adopciones de personas mayores de edad son posibles siempre que se demuestre que el vínculo se forjó durante la infancia del adoptado. Y eso era precisamente lo que ocurría en el caso de Ana, Luis y Pedro.

El fallo que reconoció el derecho a la identidad

Luego de analizar exhaustivamente el caso, la jueza Carriquiry autorizó la adopción plena de Pedro por parte de Luis. En su fallo, la magistrada destacó que "la protección internacional de la familia no se ancla o parapeta en un único modelo de ella, debiendo ser entendida, interpretada y leída desde la pluralidad y la diversidad". Además, concluyó que "no existe un único modelo de familia, es una construcción cultural y debemos resguardar el derecho a la identidad, a poder llamarse como uno se identifica, con el nombre de su propia familia".De esta manera, Pedro pudo finalmente tramitar su nuevo documento de identidad con el apellido de Luis, el hombre que lo crió y a quien siempre consideró su padre. Un cambio que también afectará a sus hijos y nieto, quienes aceptaron de buen grado esta transformación en su identidad familiar.

El amor como motor de la adopción

A lo largo del proceso, la jueza Carriquiry se encargó de descartar cualquier posible interés económico detrás de la solicitud de adopción. Los resultados de los peritajes realizados la sorprendieron aún más: "No había bienes, ni siquiera una pensión para cobrar. Es amor, cerrar esta historia de amor, el derecho de una familia a ser familia", expresó.En una de las audiencias, Luis emocionó a todos los presentes al decir: "No quiero cerrar los ojos sin que él [por Pedro] sea legalmente mi hijo, porque en el corazón lo ha sido siempre". Estas palabras reflejan la profundidad del vínculo que une a esta familia, más allá de los documentos y los trámites legales.En definitiva, la historia de Ana, Luis y Pedro es un ejemplo inspirador de cómo el amor y la determinación pueden superar incluso las barreras más complejas. Su lucha por formalizar su relación familiar demuestra que la familia no se define por la edad, sino por los lazos inquebrantables que unen a sus miembros.