La ciudad de Malambo enfrenta un desafío creciente debido a la influencia de bandas criminales. En respuesta a esta situación, las autoridades locales han diseñado estrategias innovadoras para recuperar la tranquilidad y proteger a sus habitantes. La alcaldesa Yenis Orozco anunció recientemente la implementación de una iniciativa denominada ‘Ley Zanahoria’, cuyo propósito es contrarrestar el alarmante reclutamiento de menores que ocurre en esta región del departamento del Atlántico. Esta medida busca proporcionar alternativas seguras y constructivas para los jóvenes expuestos a estas redes ilegales.
La preocupación por el involucramiento de menores en actividades ilícitas ha llevado a un llamado urgente a la comunidad. Durante un consejo extraordinario de seguridad, la líder municipal subrayó la importancia de fortalecer los lazos familiares como una estrategia clave para prevenir la infiltración criminal. “Como padres, tenemos el deber moral de ofrecer apoyo emocional y guiar a nuestros hijos hacia caminos más positivos”, expresó Orozco, destacando la necesidad de crear un ambiente de confianza dentro del núcleo familiar. Además, se puso énfasis en cómo la violencia urbana está afectando a adolescentes y niños, lo que exige acciones inmediatas para reconstruir tejidos sociales debilitados.
Para combatir este fenómeno desde sus raíces, se propone integrar programas formativos en las instituciones educativas. Estos incluyen actividades culturales, deportivas y recreativas destinadas a brindar oportunidades significativas a los jóvenes de Malambo. La alcaldesa reiteró que la colaboración entre todas las partes interesadas será vital para mitigar la amenaza actual: “El trabajo conjunto es indispensable si queremos preservar el futuro de nuestra juventud”. Desde el próximo lunes 21 de abril, estas medidas entrarán en vigor hasta que la administración determine otra decisión oficial.
Es crucial recordar que la seguridad no solo depende de políticas gubernamentales, sino también de la participación activa de cada miembro de la comunidad. Al unir fuerzas y fomentar valores sólidos, podemos transformar contextos adversos en espacios llenos de esperanza y desarrollo sostenible. Este compromiso compartido marca el inicio de un cambio significativo hacia una sociedad más justa y resiliente.