Un niño pequeño llorando en un supermercado y una niña gritando por un celular son escenas que se repiten con frecuencia. Estos niños están en una edad en la que no tienen las habilidades para regular sus emociones, y la ira es la forma en la que tratan de expresarse. Los padres deben ser ejemplos de calma y autocontrol, ya que son los adultos responsables de enseñar a los hijos cómo afrontar las frustraciones.
Según una encuesta nacional de la salud de los niños, el 70% de los padres y madres admiten dar un ejemplo malo de manejo de la ira a sus hijos. Esto puede tener un impacto significativo en la formación emocional de los niños. Sarah Clark, codirectora de Mott Poll y investigadora en pediatría, asegura que ver demostraciones públicas de enojo por parte de los adultos es un mal ejemplo para los niños.
Los padres tienen el poder de ser ejemplos positivos para sus hijos sobre cómo regular las emociones, incluyendo la ira. Si los padres muestran cómo reaccionar ante la ira de manera saludable, los niños la verán y la intentarán imitar. Dr. Neha Chaudhary, psiquiatra de adolescentes y académica de la Universidad de Harvard, insta a los padres a prestar atención a sus propias emociones y a entender que pueden influir en la trayectoria de la vida de sus hijos.
En la misma encuesta estadounidense, se detectaron que muchos niños experimentaron consecuencias negativas al enojarse, como hacerse daño a sí mismos o a otros, tener problemas para hacer amigos o meterse en problemas en el colegio. Esto demuestra la importancia de que los padres lean a controlar su ira y enseñen a sus hijos cómo hacerlo.
Una de las primeras cosas que los padres pueden hacer es hablar con sus hijos sobre la ira. Katie Hurley, psicoterapeuta infantil y adolescente, afirma que no se suele enseñar a los niños a reconocer y hablar sobre la ira. Cuando no pueden expresar sus sentimientos con palabras, es difícil encontrar una estrategia adaptativa para afrontarla. Los padres pueden ayudar a sus hijos a reconocer sus emociones y a encontrar formas saludables de expresarlas.
Si un hijo tiene problemas para controlar la ira, los padres pueden utilizar un "rastreador de desencadenantes" para detectar patrones. También es importante no echarles la culpa cuando tienen una crisis, sino enseñarles de forma asertiva. Las habilidades que funcionan bien para calmarse incluyen la respiración lenta y profunda, la distracción con una actividad y la participación en actividades que liberen químicos felices.
Si un niño continúa teniendo problemas para controlar la ira a pesar de intentar diferentes estrategias, o si muestra cambios significativos en su comportamiento, es posible que sea necesario buscar ayuda profesional. Dr. Chaudhary advierte que los arrebatos de ira constantes pueden ser una señal de que el niño está luchando contra la depresión, la ansiedad u otro problema de salud mental. Realizar una evaluación médica puede ayudar a determinar el mejor camino para ayudar al niño.