La Reina quiso rendir homenaje a Cristóbal Balenciaga, maestro de maestros de la alta costura española. Este diseñador tuvo como clientas a reinas como María Cristina y Victoria Eugenia, y llegó a vestir a la Reina para la boda de su nieto, don Juan Carlos y doña Sofía, en Atenas. En este momento histórico, la Reina se presentó con un vestido negro de corte sirena en tul de seda, drapeado y con escote palabra de honor, cedido excepcionalmente por la Fundación Antoni de Montpalau.
Esta elección no solo muestra el respeto por la tradición, sino también la capacidad de la Reina de encarnar la elegancia y la majestad. Cristóbal Balenciaga dejó una huella indeleble en la moda del siglo XX, y la Reina se convirtió en un testimonio vivo de su talento.
Inundada de luz natural, la Reina irrumpió poderosa en el espacio real. Sin llevar la "buena" diadema, doña Letizia mostró su grandeza de manera única. Se entronizó para la historia sin "corona", utilizando dos prendas prestadas: el vestido de una dama de las artes, María Junyent, y la capa de una condesa consorte y grande de España, Carmen Ferrer-Cajigal Jorba.
María Junyent, hija del pintor Sebastià Junyent i Sans y de Paulina Quinquer, trabajó en el campo de la restauración del arte y la creación de vestuarios. Su hijo, Oleguer Armengol, donó el vestido a la Fundación Antoni de Montpalau, preservando un pedazo de historia.
Carmen Ferrer-Cajigal Jorba, casada con un gran de España, poseía un vestido y una capa de gran valor histórico. El vestido de corte sirena en tul de seda, drapeado y con escote palabra de honor, fue cedido excepcionalmente a la Reina para un momento importante. Fue creado en 1962 para la boda de Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia y se ajustaba perfectamente a la figura de la Reina.
Esta prenda no solo es una muestra de la elegancia española, sino también un testimonio de la continuidad a través de los siglos. La Reina se convirtió en el heredero de una tradición millenaria, uniendo la belleza y la majestad.
El matrimonio de Carmen Ferrer-Cajigal Jorba tuvo tres hijos, y Carmen ha sido fundamental en la difusión de la historia. Ha facilitado las fotos de su madre, quien era una de las musas de Balenciaga, y ha donado vestidos y prendas de valor a la Fundación Antoni de Montpalau.
Esta Fundación, dirigida por Josep Casamartina Parassols, tiene veinte años de andadura y se dedica a la preservación y la difusión de la cultura. Con la ayuda de donaciones como las de Carmen, puede continuar haciendo valer la importancia de la historia y la moda.
Carmen apunta que sus abuelos paternos vivieron en el palacio Robert del Paseo de Gracia hasta la guerra civil española. Sus padres residían entre Barcelona y Toroella de Montgrí y pasaban temporadas en el castillo de Peratallada. Recuerda un momento especial cuando don Juan (abuelo de Felipe VI) vino a Gerona y se celebró una gran cena en el castillo.
Este castillo, construido sobre edificaciones antiguas, es un testimonio de la historia española. Las excavaciones realizadas han confirmado la antigüedad de las piezas cerámicas encontradas, mostrando la importancia de la conservación y la rehabilitación.