El primer cuarto fue todo menos lo esperado por los aficionados azulgranas. Desde el salto inicial, Dreamland Gran Canaria tomó el control absoluto del juego con una defensa agresiva y ataques precisos. En apenas minutos, lograron una ventaja considerable que parecía insuperable. Mike Tobey lideraba a los visitantes con una actuación dominante en ambas áreas, mientras que los tiros exteriores de Shurna se convirtieron en una pesadilla para la defensa culé.
El entrenador Peñarroya reaccionó rápidamente, haciendo cambios drásticos en su quinteto inicial. Fue un gesto claro de advertencia para sus jugadores, quienes habían sido superados tanto físicamente como estratégicamente. Sin embargo, este ajuste pronto daría frutos, marcando el inicio de una revolución en el campo.
Con Kevin Punter encendido desde la línea de tres puntos, el Barça comenzó a recortar distancias. Su precisión en los tiros largos revitalizó a sus compañeros y desconcertó a los defensores rivales. Acompañado por Darío Brizuela, quien asumió el rol de conductor del equipo, el ataque azulgrana cobró vida. Las transiciones rápidas y las combinaciones fluidas llevaron al equipo local a recuperar poco a poco la confianza perdida.
El segundo cuarto fue testigo de un cambio dramático en el ritmo del partido. Mientras el Barça encontraba soluciones creativas para penetrar la defensa de Gran Canaria, los visitantes comenzaban a sentir el peso de la presión. La efectividad ofensiva del equipo catalán aumentó significativamente, destacándose especialmente en los lanzamientos desde media distancia y en el aprovechamiento de rebotes ofensivos.
A medida que avanzaba el tercer cuarto, quedó claro que el Barça había elevado su nivel defensivo. Con Tomas Satoransky dirigiendo el juego con astucia y Jan Vesely imponiendo su presencia bajo el aro, los locales establecieron un muro casi impenetrable. Los intentos de Gran Canaria por acercarse nuevamente en el marcador fueron sistemáticamente frustrados por una defensa cohesionada y bien organizada.
Además, el espectáculo de triples continuó siendo protagonista. Álex Abrines y Kevin Punter extendieron su racha de acierto desde más allá del arco, manteniendo viva la chispa ofensiva del equipo. Estos disparos no solo ampliaron la ventaja del Barça, sino que también minaron la moral de los jugadores canarios, quienes luchaban por encontrar respuestas ante una ola incesante de ataques coordinados.
Entrando en el último periodo, el partido ya estaba prácticamente decidido. Sin embargo, el FC Barcelona no bajó la guardia, sabiendo que cualquier relajación podría costarles caro. El entrenador aprovechó estos minutos finales para dar minutos de juego a Mathieu Grujicic, un debutante prometedor que añadió frescura al equipo. Aunque su impacto fue limitado debido al tiempo disponible, su entrada sirvió como un indicativo de la profundidad del banquillo culé.
Peñarroya mostró su disconformidad cuando el equipo redujo la intensidad en algunos momentos clave, recordándoles que aún tenían trabajo por hacer. Esta actitud competitiva llevó al Barça a cerrar el partido con una victoria sólida, dejando claro que están preparados para enfrentar retos mayores en el futuro cercano.