Tras un revés histórico ante el Barça, el Real Madrid regresó al Santiago Bernabéu para enfrentarse a la dura realidad del descontento de su afición. La noche comenzó con una atmósfera cargada de tensión y críticas hacia algunos jugadores y el entrenador. Los silbidos iniciales fueron evidentes, especialmente cuando se anunciaron los nombres de Lucas Vázquez, Tchouaméni, Ferland Mendy y Carlo Ancelotti. El público no perdonaba las recientes actuaciones y mostró su descontento cada vez que estos jugadores tocaban el balón. Sin embargo, esta actitud cambió drásticamente durante el partido.
El cambio de sentimiento en las gradas fue notable. Mientras que algunas figuras como Tchouaméni sufrieron abucheos constantes, otras como Raúl Asencio recibieron ovaciones y cánticos de apoyo. El central demostró ser un pilar defensivo sólido, ganándose el cariño de la hinchada. Además, Mbappé brilló con una actuación estelar, marcando el primer gol y participando activamente en el segundo, lo que parecía sentenciar el partido a favor del Madrid. Pero el Celta no se rindió y forzó la prórroga, aumentando aún más la intensidad emocional del encuentro.
Endrick emergió como el héroe de la noche. Sus dos goles, incluyendo uno espectacular de tacón, no solo decidieron el resultado final sino que también cambiaron el ánimo del estadio. La victoria final 5-2 fue un bálsamo para el equipo blanco, que había pasado por momentos difíciles. Este triunfo reafirma que en el fútbol, como en la vida, incluso después de los tropiezos más dolorosos, siempre hay lugar para la redención y el renacimiento. El esfuerzo y la perseverancia pueden convertir un día oscuro en una noche memorable.