Un estudio realizado por bunq, una de las principales entidades financieras digitales de Europa, revela interesantes perspectivas sobre cómo los padres perciben la capacidad de sus hijos para manejar su dinero. Según este análisis, más del 50% de los encuestados cree que sus descendientes no poseen habilidades adecuadas para gestionar económicamente sus recursos. Este fenómeno se refleja también en el informe PISA, donde solo un reducido grupo de estudiantes españoles alcanza el nivel óptimo en competencias financieras. Aunque desde 2021 esta materia forma parte del currículo escolar, sigue siendo evidente que el núcleo familiar desempeña un papel crucial en la formación financiera de los jóvenes.
El dinero ha sido históricamente un tema poco abordado dentro de las conversaciones familiares. Sin embargo, la percepción está cambiando: casi tres cuartas partes de los padres consultados admitieron que les hubiera gustado aprender más sobre finanzas durante su infancia. Hoy en día, la mayoría reconoce la importancia de ser transparentes y comunicativos con sus hijos acerca de estos temas. De hecho, aproximadamente nueve de cada diez consideran que son buenos modelos financieros para sus vástagos.
En cuanto a prácticas concretas, muchos progenitores supervisan activamente las finanzas de sus hijos. Más del 80% tiene conocimiento detallado sobre los ingresos y gastos mensuales de sus niños, mientras que otros tantos participan activamente en la planificación económica para el futuro de sus familias. Además, un alto porcentaje cree que es vital que los menores comiencen a gestionar su propio dinero antes de los catorce años, idealmente mediante experiencias como recibir una paga semanal o mensual.
Desde bunq, Bianca Zwart destaca que permitir a los niños manejar su propio dinero es esencial para su desarrollo financiero. Las habilidades relacionadas con el ahorro y la planificación presupuestaria necesitan ser practicadas desde temprana edad, siempre acompañadas por la guía y apoyo constante de los padres.
Este enfoque subraya la necesidad de romper con viejas costumbres y fomentar una cultura de comunicación abierta alrededor del dinero dentro de las familias. Al hacerlo, se puede garantizar que las próximas generaciones estén mejor preparadas para enfrentar los desafíos económicos del mundo moderno.