En las últimas décadas, el tenis ha experimentado transformaciones significativas en sus competiciones principales. Un ejemplo destacado es el Open de Australia, que originalmente se jugaba sobre pistas de hierba pero que ahora se desarrolla en superficies duras. Este cambio no solo alteró la dinámica del torneo sino también su percepción global. Inicialmente, tres de los cuatro Grand Slams se disputaban sobre hierba, pero a medida que avanzaba el tiempo, esta superficie fue desapareciendo del calendario ATP. El Abierto de Australia, en particular, pasó por una serie de modificaciones cruciales que lo convirtieron en uno de los eventos más importantes y modernos del circuito internacional.
A principios de los años setenta, el US Open dejó de utilizar la hierba, marcando el inicio de un cambio gradual hacia otras superficies. Para 1987, el Abierto de Australia siguió este camino, abandonando la hierba debido a problemas logísticos y climáticos. En ese entonces, el torneo se celebraba en diciembre y rotaba entre varias ciudades australianas e incluso llegó a realizarse en Nueva Zelanda. Sin embargo, en 1972, encontró una sede estable en el Kooyong Lawn Tennis Club de Melbourne, donde permaneció hasta que la Federación Internacional de Tenis (ITF) exigiera un cambio de superficie. La razón principal fue el rápido deterioro de las canchas bajo el intenso calor veraniego, lo cual afectaba negativamente la calidad del juego durante las fases finales.
Tras abandonar Kooyong, el evento se trasladó a Melbourne Park en 1988, adoptando una superficie dura de cemento. Este cambio no solo mejoró la condición de las canchas sino que también permitió al torneo crecer y modernizarse. Hoy en día, cuenta con instalaciones de vanguardia, incluyendo 44 pistas dentro del complejo, muchas de las cuales están equipadas con la avanzada tecnología 'plexicushion'. Además, el torneo ha seguido siendo relevante gracias a figuras como Mats Wilander, quien ganó tanto en hierba como en pista dura, y Novak Djokovic, el jugador más laureado de la historia del torneo con diez victorias.
El Abierto de Australia ha superado numerosos desafíos para convertirse en uno de los Grand Slams más prestigiosos. Desde su tránsito de la hierba al cemento hasta su consolidación como evento clave en el calendario ATP, ha demostrado su capacidad de adaptación y evolución. A pesar de que los jugadores locales no han sido tan exitosos en su propio torneo desde hace décadas, el evento sigue siendo un referente global, atrayendo a los mejores tenistas del mundo y ofreciendo una experiencia inigualable para los aficionados.