El fortalecimiento del federalismo fiscal es crucial para garantizar el desarrollo equitativo entre los distintos niveles de gobierno. En este sentido, es necesario revisar cómo se distribuyen y gestionan los recursos públicos entre las entidades federativas y los municipios. La autonomía municipal resulta clave, dado que estos últimos representan la estructura gubernamental más cercana a la ciudadanía. Sin embargo, persisten desafíos significativos para reducir la dependencia de los ingresos federales y fomentar una mayor capacidad recaudatoria propia.
La coordinación fiscal entre los tres niveles de gobierno enfrenta barreras importantes. Aunque existen avances notables en la redistribución de competencias recaudatorias, aún queda trabajo por hacer para optimizar los ingresos locales. Un caso emblemático es el impuesto a la tenencia vehicular, cuya eliminación en algunos estados ha generado un impacto negativo en las finanzas municipales. Este tributo, cuando bien administrado, podía proporcionar recursos vitales para proyectos locales. Su derogación, impulsada sin considerar adecuadamente las necesidades de los municipios, refleja la importancia de adoptar decisiones financieras con una visión integral.
Una gestión responsable de los recursos públicos puede transformar positivamente las realidades locales. Esto requiere no solo mejorar la eficiencia recaudatoria, sino también implementar mecanismos sólidos de fiscalización y transparencia. Además, es vital garantizar que los compromisos presupuestarios hacia sectores estratégicos, como la educación pública, sean cumplidos de manera efectiva por todas las entidades federativas. Al promover un federalismo fiscal justo y equilibrado, se contribuye al desarrollo sostenible y al bienestar general de la sociedad mexicana.