En un contexto de transformaciones geopolíticas sin precedentes, el excomisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, comparte su visión sobre los desafíos que enfrenta Europa en un mundo en constante cambio. Durante su participación en el encuentro primaveral de The European House Ambrosetti (TEAH), Gentiloni aborda temas clave como la relación entre Estados Unidos y la Unión Europea, las tensiones comerciales globales y la necesidad de una mayor integración europea. Su perspectiva, marcada por la prudencia y el realismo político, destaca la importancia de mantener la unidad frente a las ambiciones crecientes del presidente estadounidense Donald Trump y la emergencia de nuevos actores globales.

Gentiloni describe un panorama internacional donde las tradicionales estructuras multilaterales se ven cuestionadas por un liderazgo estadounidense que busca redefinir su papel global. Según él, este cambio no solo afecta al ámbito económico, sino también a la seguridad y las alianzas occidentales. En respuesta, plantea la necesidad de una Europa fuerte y cohesionada, capaz de asumir un rol más protagónico en el orden mundial.

El líder socialista enfatiza la importancia de responder con moderación a las políticas proteccionistas de Estados Unidos. Aunque reconoce que represalias limitadas podrían ser inevitables, insiste en evitar una escalada comercial que beneficie únicamente a las posturas maximalistas. "Ahora o nunca", afirma Gentiloni, señalando que la Unión Europea tiene la oportunidad única de llenar el vacío dejado por una administración estadounidense que parece distanciarse de sus compromisos históricos.

Además, aborda la necesidad de reformas internas dentro de la UE, destacando la urgencia de una defensa común y la convergencia de sistemas fiscales. Citando ejemplos recientes, como la rápida adaptación fiscal alemana, subraya la importancia de coordinar esfuerzos para fortalecer la posición estratégica de Europa en un entorno cada vez más competitivo.

Por otro lado, Gentiloni analiza la relación entre Europa y China, advirtiendo sobre los riesgos de una posible inclinación comercial hacia Pekín como respuesta a las tensiones con Washington. Insiste en la necesidad de equilibrar intereses sin sacrificar principios fundamentales. También menciona la relevancia de aprovechar relaciones bilaterales constructivas, como las mantenidas por Italia bajo el liderazgo de la primera ministra Meloni, siempre priorizando los intereses comunes europeos.

Finalmente, ofrece una evaluación positiva del uso de los fondos europeos en países como España, destacando avances significativos en áreas clave como el mercado laboral y las pensiones. Sin embargo, recalca la importancia de continuar implementando reformas estructurales que garanticen la sostenibilidad económica y social del continente.

Este análisis revela cómo Europa debe navegar cuidadosamente entre tensiones comerciales, cambios geopolíticos y la necesidad interna de consolidar su propia identidad estratégica. Gentiloni concluye que el momento actual representa una encrucijada crucial para el futuro del proyecto europeo, donde la acción conjunta y la determinación política serán factores decisivos para garantizar un lugar preponderante en el escenario mundial.