La consideración del valor residual es fundamental al momento de adquirir un vehículo, ya que revela cuánto se puede recuperar en caso de revenderlo. Según un análisis reciente realizado por una empresa estadounidense, el promedio de pérdida de valor tras cinco años es significativo, alcanzando casi la mitad del precio inicial. Sin embargo, este porcentaje fluctúa considerablemente dependiendo del tipo de automóvil. Por ejemplo, los vehículos eléctricos experimentan una depreciación más pronunciada debido a rápidos avances tecnológicos, mientras que los camiones pick up y modelos híbridos mantienen mejor su valor.

Algunos factores determinantes influyen en esta diferencia. Los modelos con alta demanda y producción limitada tienden a conservar mejor su valor, como ocurre con ciertos vehículos deportivos reconocidos internacionalmente. Asimismo, las marcas asociadas con durabilidad también presentan tasas más bajas de depreciación. En contraste, modelos como el Jaguar I-Pace, BMW Serie 7 y Tesla Model S sufren una caída drástica en su valor, perdiendo hasta dos tercios de su precio original.

Por otro lado, hay modelos destacados que mantienen su valor excepcionalmente bien. El Porsche 911 lidera este segmento, con apenas una pérdida del 19% en cinco años, seguido de otros modelos como el Toyota Tacoma y el Porsche 718 Cayman. Este estudio subraya cómo la elección del vehículo no solo debe centrarse en el gusto personal o necesidades actuales, sino también en su capacidad para mantenerse valioso con el tiempo. La planificación financiera responsable incluye tomar decisiones informadas sobre el impacto económico a largo plazo de nuestras inversiones, lo cual contribuye a un futuro más seguro y próspero.