Conocemos que vivimos en la era de la hiperconexión digital. Los teléfonos móviles han dejado de ser simples herramientas y se han convertido en parte esencial de nuestra vida. Pero este fenómeno no ha sido solo beneficioso; ha traído consigo consecuencias que afectan a todos los ámbitos de nuestra existencia, incluyendo la familia.
Un trabajo reciente realizado por estudiantes de la Escuela Itinerante de Psicología Social ha puesto de manifiesto una problemática creciente: la desconexión emocional entre padres e hijos causada por el uso excesivo de los dispositivos móviles. Esto es un tema que merece nuestra atención y que puede tener un impacto significativo en la vida de nuestras familias.
La investigación ha arrojado cifras contundentes que demuestran el alcance del problema. El 90% de los encuestados reconocen usar el celular en su casa mientras están con sus hijos, y el 48% admiten hacerlo más de tres horas diarias. Esto se refleja en la dinámica del hogar y tiene efectos alarmantes en la relación entre padres e hijos.
Por ejemplo, el 57% de los encuestados utilizan el celular principalmente para redes sociales, dejando en segundo plano actividades como el diálogo o el juego con sus hijos. Esto puede generar sentimientos de soledad y abandono en los niños, afectando negativamente su autoestima y habilidades sociales.
Un término destacado en el trabajo es el phubbing, que describe la situación en la que las personas ignoran a quienes están presentes para centrarse en sus dispositivos. Esto es un fenómeno cada vez más común en las familias y puede generar una forma de desconexión emocional que afecta al bienestar de los niños.
Los niños pueden sentir la frustración de ser interrumpidos constantemente por las notificaciones de sus padres y pueden sentirse obligados a competir con el aparato por la atención de sus padres. Esto puede llevar a sentimientos de soledad y ansiedad, y a una falta de desarrollo en sus habilidades sociales.
Los expertos sugieren que la solución no es demonizar la tecnología, sino integrarla de manera consciente en la vida familiar. Se pueden establecer momentos libres de dispositivos, como durante las comidas o antes de dormir, y promover actividades en familia, como jugar o pasear.
También se pueden aplicar cortes al uso del celular cuando se usa para trabajar y hacer algo con el niño. O se puede practicar el “reseteo digital”, una desconexión programada que permita a las familias redescubrir la riqueza de la interacción humana.
En resumen, el uso excesivo de la tecnología en el hogar puede tener consecuencias irreversibles en la formación emocional de los niños. Debemos ser conscientes de este problema y trabajar en encontrar soluciones que permitan mantener una relación saludable entre padres e hijos.