En su discurso, Donald Trump describe a Estados Unidos como una víctima global del comercio injusto. Sin embargo, las cifras cuentan otra historia. Según datos del Banco Mundial, el PIB estadounidense ha duplicado al de la Eurozona en los últimos quince años, mientras que los salarios medios han crecido significativamente frente a la OCDE. Aunque estos datos contradicen el relato trumpista, el debate nacional se centra más en las acusaciones externas que en analizar cómo se distribuye esta riqueza dentro del país.

La desigualdad económica es un tema clave en este contexto. El Índice de Gini revela que, desde los años 80, tanto administraciones republicanas como demócratas no han logrado reducir la brecha entre ricos y pobres. Hoy, EEUU comparte niveles de desigualdad con países como Argentina o Lesoto, mientras sus competidores globales mantienen indicadores más bajos. Este problema estructural podría ser la verdadera causa de la insatisfacción nacional que alimenta narrativas proteccionistas.

El Crecimiento Económico y su Impacto Global

Estados Unidos experimentó un desarrollo económico sin precedentes desde mediados del siglo XX, consolidándose como líder mundial. Su capacidad para generar riqueza sigue siendo impresionante, pero las percepciones sobre este éxito varían según las fuentes. Mientras algunos destacan los beneficios absolutos, otros señalan cómo estas cifras pueden engañar si no se analizan profundamente.

Desde principios de los años ochenta, bajo la influencia de Reaganomics y la revolución tecnológica, EEUU transformó su economía hacia sectores financieros y digitales. Esto generó enormes ganancias nacionales, aumentando tanto el PIB como los salarios promedio. En comparación internacional, incluso estados menos prósperos dentro del país superan a potencias europeas enteras en ingresos per cápita. Sin embargo, estas estadísticas brillantes ocultan realidades más complejas detrás de la cortina dorada del progreso económico.

El Retrato de la Desigualdad Social

A pesar del crecimiento económico generalizado, la sociedad estadounidense enfrenta crecientes tensiones debido a la disparidad en la distribución de recursos. Desde la era Reagan hasta hoy, el Índice de Gini ha ido escalando constantemente, reflejando una creciente concentración de la riqueza en pocas manos. Este fenómeno afecta directamente la calidad de vida de millones de ciudadanos y genera descontento social.

Las políticas implementadas por distintas administraciones no han logrado revertir esta tendencia. Desde Clinton hasta Biden, cada gobierno ha intentado abordar la cuestión de la desigualdad, aunque con resultados mixtos. Comparativamente, rivales económicos como China e India presentan menores índices de desigualdad, lo que sugiere que otras estrategias podrían ser más efectivas. Este contraste resalta la necesidad urgente de reformas internas en lugar de buscar culpables externos, tal como propone Trump. Solo reconociendo y enfrentando este desafío estructural podrá Estados Unidos avanzar hacia un futuro más equitativo y sostenible.