El reciente terremoto de magnitud 7,7 que sacudió Myanmar ha exasperado una ya complicada situación económica y política. Este desastre natural se suma a años de inestabilidad política tras el golpe de Estado militar en 2019, lo que ha generado levantamientos continuos y un impacto significativo en la industria textil. Aunque algunas empresas han decidido abandonar Myanmar debido a las difíciles condiciones laborales, otras siguen operando bajo desafíos logísticos y éticos.
A pesar de que la presencia de Myanmar en la cadena global de suministro textil es relativamente pequeña, aproximadamente un 2%, su importancia para ciertas compañías es notable. Marcas como H&M, Adidas y Bestseller mantienen operaciones en el país, enfrentándose a dilemas sobre cómo retirarse responsablemente sin comprometer los derechos laborales locales. Sin embargo, empresas como Nike, Gap y Mango ya han cesado sus actividades en el territorio.
El terremoto ha exacerbado los problemas existentes en la cadena de suministro textil de Myanmar, afectando tanto a productores locales como a multinacionales con operaciones en el país. Las interrupciones en el transporte y aprovisionamiento han aumentado la incertidumbre en un sector ya vulnerable debido a conflictos internos.
La crisis actual pone en evidencia la necesidad de estrategias más resilientes para enfrentar desastres naturales. El impacto del sismo no solo ha afectado la producción de prendas exteriores, un área clave para Myanmar, sino que también ha expuesto las fragilidades estructurales de la industria textil local. Para muchas marcas internacionales, esta situación plantea cuestiones fundamentales sobre la viabilidad de continuar operando en un entorno tan inestable. La falta de infraestructura robusta y los retos políticos dificultan aún más la recuperación económica post-terremoto.
Las empresas que permanecen en Myanmar deben ahora reevaluar sus planes de contingencia frente a eventos imprevisibles. Por ejemplo, H&M ha anunciado un "plan de salida responsable", buscando equilibrar intereses comerciales con responsabilidades sociales. Similar situación enfrenta Adidas, cuya dependencia de Myanmar representa un 1,2% de su mapa de suministro. Estas compañías deben adaptarse rápidamente a nuevas realidades mientras gestionan relaciones con proveedores locales afectados por el desastre. Los procesos húmedos, como el tintado de prendas, son especialmente sensibles a cambios en la disponibilidad de recursos básicos como agua potable y energía eléctrica.
En respuesta a la creciente inestabilidad, varias empresas han optado por retirarse gradualmente de Myanmar, adoptando enfoques que priorizan la sostenibilidad y los derechos humanos. Marcas como Tendam y Bestseller están reconsiderando sus modelos de suministro ante el riesgo ético y operativo que implica mantener operaciones en este contexto.
Este proceso de retirada se ve facilitado por iniciativas como IndustryAll, que colaboran con empresas para garantizar transiciones justas hacia otros mercados. H&M, por ejemplo, trabaja estrechamente con estas organizaciones para asegurar que su salida no perjudique severamente a trabajadores locales. En contraste, compañías como Nike y Gap han tomado decisiones más drásticas al cortar completamente sus vínculos con Myanmar, citando preocupaciones sobre estándares laborales insuficientes.
Otras marcas como Kiabi, Etam y Next continúan explorando opciones viables dentro del país, aunque enfrentan críticas relacionadas con prácticas comerciales poco transparentes. La presión pública y regulatoria europea ha incentivado a algunas firmas a divulgar listas de proveedores, anticipándose así a futuras legislaciones. Esta mayor transparencia permite evaluar mejor el verdadero alcance del impacto económico del terremoto y las decisiones estratégicas de cada empresa respecto a su futuro en Myanmar. A medida que evolucionan las dinámicas globales de suministro, será crucial observar cómo estas marcas navegan entre compromisos éticos y exigencias comerciales en contextos tan complejos.