Un estudio realizado por la Fundación BBVA e Ivie destaca cómo las pensiones españolas han mejorado significativamente la situación económica de los jubilados, superando a la media europea. Aunque este avance beneficia al colectivo mayor, los españoles menores de 65 años continúan enfrentándose a una brecha económica respecto a sus homólogos europeos.
Los datos revelan que los jubilados en España poseen una renta superior a la media comunitaria gracias a ajustes inflacionarios y políticas gubernamentales. Este fenómeno ha transformado la perspectiva económica de los mayores de 65 años, situándolos por encima de sus pares europeos.
Desde 2011 hasta 2023, se observa un cambio radical en las cifras económicas de los jubilados españoles. Inicialmente con ingresos inferiores, ahora disfrutan de una ventaja del 6,4%. Este crecimiento se atribuye principalmente a incrementos substanciales en las pensiones, como el aumento del 8,5% impulsado por el gobierno ante la crisis inflacionaria. Este desempeño contrasta con el resto de la población, cuya renta sigue siendo menor que la media europea, aunque se ha reducido la diferencia inicial considerablemente.
Este éxito económico no solo refleja las decisiones políticas efectivas, sino también la importancia de mantener el poder adquisitivo de los jubilados. La revalorización de las pensiones según el IPC ha sido crucial para contrarrestar los efectos de la inflación. Como resultado, los jubilados españoles han alcanzado una posición financiera más sólida que muchos de sus vecinos europeos. Sin embargo, esta mejora plantea nuevas preguntas sobre la sostenibilidad del sistema y la necesidad de equilibrar las cargas entre generaciones.
A pesar de las ventajas económicas de los jubilados, persiste una marcada disparidad entre las cohortes de edad en España. Esta brecha se extiende tanto a nivel salarial como en términos de participación laboral y formación.
La investigación muestra que la riqueza neta aumenta con la edad, alcanzando su punto máximo en el grupo de 65 a 74 años. Este fenómeno está estrechamente relacionado con el nivel educativo, ya que los jubilados con estudios superiores disfrutan de ingresos significativamente mayores. Además, la formación influye positivamente en la calidad de vida y el bienestar emocional. Sin embargo, existe una preocupante proporción de personas mayores que ni trabajan ni estudian, especialmente en comparación con otros países europeos. Esta tendencia puede atribuirse a la generosidad relativa de las pensiones españolas, que desincentivan la participación laboral parcial o activa después de cierta edad.
En contraste, los jóvenes enfrentan mayores dificultades para acceder al empleo y mejorar su situación económica. Aunque la tasa de ninis (ni estudia ni trabaja) es alta entre los adultos mayores, los datos indican que quienes mantienen vínculos laborales tienden a ganar más que sus homólogos jóvenes con igual nivel de formación. Este panorama subraya la necesidad de políticas que fomenten el empleo sénior y reduzcan las barreras para la reinserción laboral de los trabajadores mayores, promoviendo así una mayor equidad generacional.