El partido decisivo de la final de la Eurocup dejó claro quién ostenta el título de mejor equipo del torneo. En un enfrentamiento intenso, el Hapoel Tel Aviv logró imponerse con solvencia frente al Gran Canaria. Desde los primeros minutos, quedó evidente que las estrategias del entrenador Dimitris Itoudis marcarían una diferencia abismal entre ambos conjuntos. La defensa cerrada y los ataques rápidos caracterizaron a un equipo israelí que no dio tregua.
La segunda parte del encuentro marcó un antes y un después en la dinámica del juego. Aunque el Gran Canaria intentó reaccionar con algunas jugadas destacadas, especialmente lideradas por Albicy, fue insuficiente ante un rival que parecía anticiparse a cada movimiento. Blakeney emergió como figura central, desplegando una ofensiva implacable que mantuvo al público en vilo. Su capacidad para anotar desde cualquier posición resultó determinante para ampliar la ventaja visitante.
Este triunfo refleja no solo el talento individual de los jugadores del Hapoel Tel Aviv, sino también la cohesión y disciplina táctica del equipo. Es crucial reconocer el esfuerzo del Gran Canaria, que llegó a esta instancia pese a dificultades notables, incluyendo una gira previa que afectó su preparación. Sin embargo, este resultado invita a reflexionar sobre la importancia de fortalecer tanto el aspecto físico como estratégico en competiciones internacionales. El baloncesto exige constante evolución, y este desafío representa una oportunidad para mejorar en futuros campeonatos.
