El fenómeno del favoritismo parental es un tema que ha sido explorado extensivamente por la ciencia. Estudios recientes han revelado que, a pesar de los deseos de igualdad, muchas familias tienden a tener un hijo preferido. Un estudio publicado en 2023 demostró que este comportamiento se da en el 65% de los hogares. Este año, una investigación adicional proporcionó un perfil detallado de quién suele ser el hijo favorito y cómo esto puede afectar tanto a los padres como a los hijos. La psicología infantil también aborda cómo este sesgo inconsciente puede impactar negativamente en el desarrollo emocional de los niños.
Los hallazgos indican que ciertos factores influyen en la elección del hijo favorito. Las niñas, los hermanos mayores y aquellos con personalidades responsables y amables son más propensos a recibir esta designación especial. Estas características pueden hacer que los padres se sientan más seguros en su papel, lo que a menudo resulta en un trato más indulgente y afectuoso hacia estos hijos. Sin embargo, este favoritismo no siempre es consciente; muchos padres no se dan cuenta de que están haciendo diferencias basadas en género o edad.
La Universidad de Brigham Young realizó un estudio exhaustivo que incluyó a casi 20,000 participantes para identificar patrones en el favoritismo parental. Los resultados mostraron que las hijas son más frecuentemente las favoritas debido a razones sutiles y a menudo no reconocidas por los padres. En contraste, los hijos varones menores tienden a percibir que sus hermanos mayores tienen más libertades, lo que puede generar sentimientos de desigualdad. Esta percepción puede llevar a conflictos y tensiones dentro del núcleo familiar.
El favoritismo parental tiene consecuencias significativas en el desarrollo emocional de los hijos. Los estudios muestran que los niños que no son considerados favoritos corren mayor riesgo de sufrir problemas de autoestima y conducta. La psicóloga Alicia Banderas enfatiza que la justicia no implica tratar a todos los hijos de manera idéntica, sino adaptarse a sus necesidades individuales sin caer en comparaciones injustas. Esto es crucial para evitar que los niños se sientan excluidos o menos valorados.
Para combatir el favoritismo, los expertos recomiendan estrategias prácticas. Es importante evitar comparaciones entre hermanos y celebrar los logros de cada uno de manera única. También es fundamental aplicar disciplina equitativa, reconociendo que cada hijo tiene necesidades distintas. Además, es vital garantizar tiempo individual con cada hijo y mantener la transparencia al comunicarles que todos son queridos y valorados por igual. Al final, la familia debe funcionar como un equipo donde cada miembro contribuye de manera única y valiosa.