Arturo Cardelús, nacido en Madrid en 1981, se encuentra a la espera de saber si su composición para Dragonkeeper le otorgará su primer Goya. A pesar de la nominación y la expectativa, el músico mantiene una actitud serena y centrada en su trabajo. Su trayectoria ha estado llena de reconocimientos internacionales y proyectos desafiantes que han forjado su carrera. La banda sonora de Dragonkeeper, una coproducción entre España y China, representa un hito importante en su obra, combinando elementos clásicos con instrumentos chinos tradicionales.
La historia de Arturo es un testimonio del poder transformador de la música. Desde su juventud, cuando una enfermedad lo llevó a descubrir las sinfonías de Beethoven, supo que su destino estaba ligado a la melodía. Estudió piano clásico en varias ciudades europeas antes de aventurarse a Berklee College of Music en Boston, donde encontró su verdadera vocación: la composición musical para cine. Esta decisión cambió su vida y le abrió las puertas a oportunidades inimaginables.
Sus primeros pasos en el mundo del cine fueron modestos pero significativos. Trabajó en cortometrajes estudiantiles y colaboró con otros compositores, lo que le permitió ganar experiencia valiosa. En 2015, su talento brilló con Chiamatemi Francesco, una película sobre el Papa que fue un éxito en Italia. Posteriormente, sus trabajos en Buñuel en el laberinto de las tortugas e In a heartbeat le dieron mayor visibilidad. Cada proyecto era un nuevo reto, cada melodía una nueva exploración artística. Este camino lo llevó a convertirse en uno de los compositores más respetados de su generación.
La nominación a los Premios Goya por Dragonkeeper no solo reconoce su habilidad como compositor, sino también su capacidad para fusionar culturas. Esta película, siendo la primera coproducción oficial entre España y China, presentó desafíos únicos que Arturo enfrentó con determinación. Tuvo que trabajar bajo la supervisión de la censura china, lo que implicó ajustes precisos en su música para evitar malentendidos culturales. Este proceso fue tanto un aprendizaje como un desafío creativo.
Para lograr una auténtica fusión de estilos, Arturo incorporó instrumentos tradicionales chinos como el jangqin, qudi y guzheng, buscando asesoramiento de expertos como Hannah Zhang. Coordinar grabaciones en diferentes partes del mundo requirió una logística meticulosa. Sin embargo, Arturo enfatiza que la calidad siempre es su prioridad. «Cuando compongo, me aseguro de trabajar con los mejores», afirma. Su enfoque metódico y humilde le permite mantenerse centrado en su arte, independientemente de los resultados de los premios. Para él, el verdadero juez es su propio oído crítico.