En medio de una creciente preocupación, los familiares de Josué Sevillano Cisneros han denunciado su desaparición ocurrida el miércoles 30 de abril por la noche. Este ciudadano salió de su residencia con el propósito de llevar a su hija menor al médico y desde entonces no se ha sabido nada de él. Su vehículo fue hallado al día siguiente en el sector de San Ignacio, cerca de Guayaquil, mostrando evidencias de violencia. Los testigos informaron sobre disparos en la zona durante la noche del incidente, mientras que la exesposa recibió un mensaje sospechoso que podría estar relacionado con el caso.
En una noche inquieta de finales de abril, Josué Anthony Sevillano Cisneros abandonó su hogar en el Sector Socio Vivienda 2, ubicado en Guayaquil, aproximadamente a las nueve de la noche. Con urgencia, respondía a una llamada de su exesposa quien le comunicó que su hija de cinco años necesitaba atención médica en Monte Sinaí. Sin embargo, esta salida terminaría en misterio. Aunque inicialmente iba acompañado por su pareja actual, decidió ir solo debido a la insistencia de su exesposa.
La mañana siguiente trajo consigo una revelación escalofriante. Gracias a un rastreador satelital, el automóvil de Josué fue localizado en el sector de San Ignacio, al noroeste de Guayaquil. Dentro del vehículo se encontraron señales inequívocas de violencia, incluidas manchas de sangre. Los vecinos del lugar afirmaron haber escuchado disparos alrededor de la misma hora en que Josué desapareció.
Además, la exesposa compartió con la familia un audio perturbador dejado en su buzón de voz, en el cual se escucha a alguien interrogándolo sobre su origen y ocupación. Hasta el cierre de este reporte, ni la familia ni las autoridades han recibido información sobre su paradero o exigencias de rescate.
Este caso pone de manifiesto el temor que rodea a la seguridad en algunas áreas urbanas y subraya la necesidad de respuestas rápidas e investigaciones más efectivas.
Desde la perspectiva de un periodista, este caso destaca la vulnerabilidad que enfrentan muchas familias en contextos donde la seguridad pública es precaria. La rapidez con que la vida de un padre responsable se convirtió en un enigma refleja la importancia de sistemas de emergencia más robustos y coordinados. Para los lectores, esto también sirve como recordatorio de la fragilidad de nuestras vidas cotidianas y la necesidad de mantener canales de comunicación claros y seguros entre familiares y amigos. Solo mediante acciones colectivas podemos construir comunidades más seguras y resilientes frente a estas tragedias.