Adquirir un auto usado puede ser una decisión económica inteligente, pero requiere precaución. En el mercado, es común encontrar vehículos con pocos kilómetros que parecen estar en perfecto estado. Sin embargo, los compradores deben estar atentos a ciertos detalles ocultos. Antes de realizar la compra, evaluar factores como el historial de uso y las condiciones del automotor puede marcar la diferencia entre una buena inversión y una estafa.
Uno de los errores más comunes es pensar que menos recorrido equivale automáticamente a mejor estado. Los expertos sugieren optar por autos que hayan circulado moderadamente, alrededor de 15.000 kilómetros anuales, ya que esto indica un uso regular y adecuado. Sin embargo, si un vehículo ha permanecido inactivo durante largos periodos, su sistema mecánico puede resentirse. Las piezas de goma, como mangueras y juntas, tienden a resecarse y deteriorarse con el tiempo, lo que puede generar fugas de aceite o ruidos molestos en la suspensión. Además, cuando un coche se deja estacionado bajo el sol o la lluvia, las inclemencias climáticas pueden acelerar el desgaste de sus componentes externos e internos.
Por último, es fundamental realizar una inspección minuciosa antes de cerrar cualquier acuerdo. Revisar aspectos como la presencia de agua acumulada en compartimientos internos o signos de corrosión en la carrocería puede evitar futuros problemas costosos. También es recomendable poner en marcha el motor para asegurarse de que responda de manera eficiente, ya que un largo período de inactividad podría haber afectado su rendimiento. Con estas precauciones, los compradores no solo protegen su inversión, sino que también promueven prácticas responsables que valoran tanto la seguridad como la durabilidad del vehículo.