El comportamiento problemático es un fenómeno complejo que va más allá de las simples violaciones a las normas sociales. Para entenderlo mejor, es crucial examinar sus raíces y cómo se manifiesta en la vida cotidiana. La psicóloga Sandra Sánchez de Siquia Psicólogos destaca que este tipo de conducta puede ser una forma aprendida de interacción, sin necesariamente tener la intención de causar conflictos. Estas personas suelen centrarse en sus necesidades inmediatas, con poca consideración por las consecuencias que sus acciones pueden tener en los demás.
Un aspecto importante a destacar es que no todas las personas que enfrentan desafíos o asumen responsabilidades adicionales son problemáticas. La clave está en la intención y el impacto de sus acciones. Aquellos que priorizan el bienestar de los demás y buscan resolver problemas de manera constructiva no se clasifican como problemáticos. Por otro lado, quienes generan situaciones conflictivas de manera recurrente pueden estar siguiendo patrones establecidos desde hace tiempo. Estos patrones se consolidan debido a la falta de corrección y responsabilidad, lo que dificulta el cambio.
Transformar el comportamiento problemático requiere un esfuerzo consciente y, a menudo, la ayuda de profesionales. Sandra Sánchez sugiere que el primer paso es tomar conciencia del problema, algo que no siempre ocurre naturalmente. Eventos significativos como enfermedades o pérdidas pueden actuar como catalizadores del cambio. Además, es vital rodearse de personas que fomenten el crecimiento y proporcionen apoyo emocional. El proceso de cambio implica detenerse antes de actuar impulsivamente, analizar las acciones y sus efectos, implementar nuevas estrategias y probar los cambios para ajustarlos según sea necesario.
En definitiva, aunque el camino hacia el cambio puede ser difícil, es posible transformar patrones tóxicos en conductas saludables con la guía adecuada y el compromiso necesario. Este proceso no solo mejora la calidad de vida de la persona que cambia, sino que también fortalece las relaciones interpersonales y promueve un entorno más armonioso. Es esencial recordar que todos tenemos la capacidad de evolucionar y mejorar, lo cual nos lleva a construir una sociedad más comprensiva y solidaria.