En un mundo marcado por tensiones comerciales, China ha adoptado una estrategia opuesta a la del proteccionismo estadounidense liderado por Donald Trump. A finales de 2024, mientras Washington amenazaba con aranceles recíprocos que afectaban gravemente a economías emergentes, especialmente en Asia y África, Pekín implementó políticas destinadas a fortalecer vínculos económicos con el Sur Global. Eliminando todos los aranceles para productos importados procedentes de 43 países menos desarrollados, Beijing promovió un modelo inclusivo basado en inversiones estratégicas y cooperación económica.
En medio de un otoño dorado lleno de oportunidades geopolíticas, China aprovechó su posición como segunda potencia mundial para consolidar acuerdos comerciales clave. Desde la inauguración de un puerto estratégico en Perú hasta la finalización de proyectos ferroviarios conectando Asia Central, Pekín extendió su influencia sin abandonar sus compromisos con economías vulnerables. La ex presidenta brasileña Dilma Rousseff destacó este enfoque en un discurso donde subrayó cómo China representa un modelo alternativo de desarrollo económico y social.
El Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, dirigido por Rousseff desde Shanghai, se presenta como una respuesta innovadora frente a instituciones tradicionales como el FMI o el Banco Mundial. Este movimiento coincide con crecientes advertencias desde Washington, particularmente en abril de 2025, cuando Trump anunció nuevos aranceles del 50% sobre productos chinos si no retiraban sus medidas de represalia comercial.
La reacción china fue contundente. El Ministerio de Comercio rechazó cualquier tipo de chantaje, asegurando contramedidas firmes si Estados Unidos persistía en su postura. Agencias estatales como Xinhua denunciaron estas acciones como “extorsión”, recalmando la necesidad de relaciones basadas en respeto mutuo y beneficio recíproco. Mientras tanto, mercados financieros chinos mostraron resiliencia gracias a apoyo crediticio del Banco Popular de China.
Desde una perspectiva periodística, este enfrentamiento entre dos gigantes económicos revela cómo estrategias abiertas pueden redibujar mapas geopolíticos globales. En lugar de sucumbir al proteccionismo, China optó por expandir su influencia mediante colaboraciones equitativas, demostrando que otro tipo de globalización es posible. Este caso nos enseña que incluso en tiempos turbulentos, decisiones audaces pueden generar nuevas oportunidades para quienes buscan construir un futuro más justo e inclusivo.