El joven tenista español demostró su resiliencia en la cancha durante el ATP 500 de Róterdam. A pesar de las dificultades iniciales, Alcaraz, actualmente tercero en el ranking mundial, logró superar a su oponente local, Botic van de Zandschulp, quien había causado problemas significativos en el pasado. El encuentro comenzó con cierta incertidumbre para el español, que enfrentaba retos tanto físicos como tácticos. En los primeros minutos del partido, Alcaraz mostró signos de incomodidad, posiblemente influenciados por un resfriado que lo acompañaba desde su regreso del Abierto de Australia.

La segunda etapa del partido reveló un cambio estratégico y emocional en Alcaraz. Tras una serie de ajustes en su juego, comenzó a aprovechar mejor sus oportunidades, especialmente en momentos cruciales. Un error decisivo de Van de Zandschulp en el tie-break proporcionó a Alcaraz el impulso necesario para recuperar la confianza y dominar el set. Con un juego más sólido y agresivo, el español pudo equilibrar la situación y llevarse el primer set. Sin embargo, el holandés no se rindió fácilmente y respondió con fuerza en el segundo set, llevándose la victoria por 6-3. La lucha continuó intensa hasta el tercer y definitivo set.

En el set final, Alcaraz encontró su mejor versión. Con un juego más variado y agresivo, comenzó a imponer su ritmo sobre la cancha. Su capacidad para adaptarse rápidamente y mejorar su rendimiento fue evidente. Los espectadores presenciaron un despliegue de habilidades que incluyeron tiros profundos, un mayor porcentaje de primeros saques y puntos ganados en la red. Este nivel superior de juego permitió a Alcaraz cerrar el partido con un contundente 6-1 en apenas 43 minutos. El triunfo no solo representó una victoria personal, sino también un testimonio de su capacidad para superar adversidades y mantenerse en la cima del tenis mundial.