No soy tan tonto como parezco

Jul 4, 2024 at 7:48 AM

La Mujer del Autobús: Un Viaje Introspectivo

A menudo nos encontramos con personas que parecen estar sumidas en sus propios pensamientos y preocupaciones, ajenas al mundo que las rodea. Hoy, en un viaje en autobús, el narrador se sumerge en la vida de una mujer de mediana edad, observando sus gestos y tratando de entender lo que la inquieta. A través de este encuentro casual, se desencadena una reflexión profunda sobre la condición humana, la empatía y la conexión que podemos establecer con los demás, incluso con extraños.

Un Vistazo a la Vida de una Desconocida

La Mujer del Autobús

En el autobús, el narrador se fija en una mujer de mediana edad, bien arreglada, con los labios pintados de un rojo pálido y las uñas a juego. Su rostro refleja una expresión de preocupación, y hace un gesto como si se mordiera el labio inferior por dentro. El narrador, que también tiene la costumbre de morderse los labios hasta arrancarse un trozo de la mucosa, se siente identificado con este gesto.

Sumergido en la Mente de la Mujer

De repente, el narrador siente que se "cae dentro" de la mujer, una expresión retórica que significa que comienza a ver el mundo a través de sus ojos. Desde esta perspectiva, percibe que la mujer tiene la mirada perdida, como si no se fijara en nada concreto. El mundo a su alrededor se ve desenfocado, y el narrador lo experimenta de la misma manera.

La Preocupación de una Madre

El narrador deduce que la mujer está preocupada por uno de sus hijos, quizás por problemas en la escuela o dificultades para socializar con sus compañeros. Cuando la mujer suelta un suspiro apenas perceptible, el narrador lo relaciona con los versos de T.S. Eliot: "Así termina el mundo, no como una explosión, sino como un quejido". Siente que el mundo de la mujer ha terminado de esa manera, con un quejido que también es suyo, ya que viaja dentro de ella.

Una Conexión Inesperada

Cuando la mujer vuelve en sí y observa a su alrededor, sus ojos se posan en el narrador. En ese momento, él siente que la mujer es una especie de reencarnación de su propia madre, y comienza a susurrarle palabras tranquilizadoras, como si fuera su hijo. La mujer parece tranquilizarse y deja de morderse el labio.

El Regreso a la Realidad

Finalmente, la mujer se baja en la siguiente parada, y el narrador sale de su cuerpo y regresa al suyo. Todo vuelve a la normalidad, pero la experiencia ha dejado una huella en él, una reflexión sobre la conexión que podemos establecer con los demás, incluso con extraños, y la empatía que nos permite entender y acompañar a los demás en sus momentos de preocupación.