Es un hecho ampliamente reconocido que los hombres y las mujeres somos diferentes en múltiples aspectos de la personalidad, la mente y el comportamiento. Estas diferencias se reflejan también en la forma en que ejercemos la paternidad y la maternidad. Mientras que la madre puede proveer el cuidado, el amor y la educación básica, el padre aporta una perspectiva y una guía única que la madre no puede reemplazar.Los niños, tanto varones como mujeres, necesitan la figura paterna para desarrollarse de manera integral. Los niños encuentran en su padre un modelo a seguir, una fuente de inspiración y orientación. Las niñas, por su parte, aprenden de su padre cómo relacionarse con los hombres y cómo esperar ser tratadas. Estas lecciones son fundamentales para su desarrollo emocional y social.
No se puede confundir el papel de proveedor de la madre con la función única que cumple el padre en la vida de los hijos. Mientras que la madre puede satisfacer las necesidades básicas de los niños, el padre aporta una dimensión emocional y de orientación que es imposible de reemplazar.Incluso cuando la madre cuenta con el apoyo de otros familiares, como abuelos o tíos, la figura paterna sigue siendo irremplazable. Ninguna mujer, por más esfuerzos que haga, puede asumir completamente el rol del padre. Esto se debe a las diferencias inherentes entre hombres y mujeres, que se reflejan en la forma de pensar, sentir y actuar.
Lamentablemente, existen casos en los que el padre está ausente de la vida de sus hijos, ya sea por decisión propia o por circunstancias ajenas a su voluntad. En estos casos, es importante reconocer que la madre no puede suplir completamente esa figura.Aunque la madre pueda proveer todo lo necesario para el bienestar de sus hijos, la ausencia del padre deja un vacío emocional y de orientación que no puede ser llenado. Los niños, tanto varones como mujeres, necesitan la presencia y la guía de un padre para desarrollarse de manera integral.En algunos casos, este vacío puede ser parcialmente cubierto por la figura de un abuelo o un tío, siempre y cuando se trate de un hombre. Sin embargo, esta solución no es ideal y no puede reemplazar por completo la figura paterna.
Lamentablemente, existen casos en los que las madres, por diversas razones emocionales o personales, deciden alejar a los padres de sus hijos. Esta decisión puede tener graves consecuencias para el desarrollo de los niños, ya que les priva de la figura paterna que tanto necesitan.Es importante que las madres reconozcan la importancia del padre en la vida de sus hijos y que no permitan que sus propias emociones o conflictos interfieran con esta relación. Salvo en casos de abuso o negligencia, los niños deben tener la oportunidad de mantener una relación sana y positiva con ambos padres.La maternidad y la paternidad son roles complementarios y ambos son esenciales para el desarrollo integral de los niños. Negar a los hijos la figura paterna es privarlos de una parte fundamental de su crecimiento y bienestar.